lunes, 30 de abril de 2012

Política y Sociedad. Salvar el mundo

Dios escucha con gran miseridordia "el grito de los pobres"
Conferencia Episcopal Española, 1994

A finales de junio habré acabado este curso, espero que de la mejor manera posible.

Por esas fechas, en concreto, el 23 de julio harán 32 años de la muerte física de Alfonso Comín, inspirador de una fundación que lleva su nombre en su honor, una de esas personas que se dan cada poco tiempo y que dejan huella en la historia, en este caso por su compromiso, social, político y religioso.



El protagonista de esta entrada al blog, era... (agarraos a la silla) cristiano comunista y comunista en la Iglesia. El nombre de Alfonso Comín quizás no te diga nada (como anteriormente a mí), si como yo, has nacido hace tan solo unos veinte años. De los fenómenos de cristianismo y comunismo quizás algo hayas oído hablar. Del primero, mi poco religioso lector quizá lo relaciones con el cardenal Rouco Varela y con el Papa, y entonces de momento te entusiasme poco seguir leyendo. De lo segundo, suena a algo muy malo que ya pasó. Si a alguien un poco ya más mayor le hablas de la relación entre ambos conceptos, te dirán, que si la hay, es de odio recíproco.

Se puede llegar a traer a la mente, que a lo largo de la historia habido alguna gente con ideas de uno y otro pensamiento que con la excusa de ser mejores, de una sociedad más justa, de salvar a la Humanidad han cometido atrocidades inhumanas.
Si el hombre en cuestión del que hablamos era ambas cosas, se podría pensar que sería un dogmático intolerante y dictador por partida doble. Pero él era todo lo contario a eso. Creía en un cristianismo, que a veces se tenía que alejar por necesidad de una jerarquía eclesiástica como la que tenemos. Creía en un comunismo lejos de los grandes dictadores de Moscú.
En él se daba la coincidencia entre “las dos fuerzas ideológicas que pueden salvar al mundo de la barbarie irracionalista del capitalismo salvaje”.


El cristiano Comín estaba de acuerdo con Karl Marx en que “la miseria religiosa es, por un lado, expresión de la miseria real”, pero mucho más coincidía en que “por otro lado, es la protesta contra la miseria real”. Eso le sirvió para combatir la ideología antirreligiosa de los partidos comunistas y de la Iglesia católica anticomunista.

El mismo Jesús de Nazaret hubiera apoyado protestar contra la miseria que produce la explotación.
Muchos movimientos campesinos y obreros enarbolaron la cruz cristiana en protesta frente a sus amos explotadores. El llamado “socialismo utópico” se inspiraba en ideales cristianos. El propio marxismo ha sido considerado una “herejía cristiana".

Jesús expulsó a los mercaderes del templo, convertido, según él, en cueva de ladrones.
Walter Benjamin decía que el capitalismo había sustituido el templo por el mercado. Eso ahora en esta crisis financiera cobra más valor aún.


Cuando Alfonso Comín, sin perder su fe cristiana –más bien gracias a ella–, fundó en 1958 el FLP (Frente de Liberación Popular: el FELIPE), lo hizo junto a marxistas desengañados del comunismo estalinista. El Felipe era laico y respetuoso con toda religión que defendiese el carácter sagrado de la persona humana, como es el verdadero mensaje evangélico.
Llegada la democracia, los comunistas no lograron el apoyo popular que merecían y los cristianos revolucionarios volvieron a las catacumbas.

Manolo Vázquez Montalbán, compañero de Comín en el Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC), a su muerte, dijo sobre él que era: “el animal más creíble y l’homme revolté más ambicioso de esperanza que he conocido”.


La esperanza es una virtud teologal y según Ernst Bloch también era un principio revolucionario.
¿Cabe realmente la esperanza por un mundo mejor en nuestra sociedad?

No hay comentarios:

Publicar un comentario