domingo, 19 de febrero de 2012

RELIGIÓN. El buen ladrón

Dentro del cristianismo católico y algunas otras confesiones a esas personas que en su vida dieron en algún momento concreto testimonio y ejemplo de fe de una forma grande y con trascendencia en el tiempo se les da el reconocimiento de santos.
La santidad no llega tras la muerte, les llega en vida con su forma de vivir. Es después de la muerte cuando lo que reciben como santidad es un reconocimiento por parte de la Iglesia.

Al primer santo, el martirologio (catálogo oficial de los Santos de la Iglesia Católica) le tiene inscrito, aun sin citar su nombre, en el día 25 de marzo, a continuación de la Solemnidad de la Anunciación del Señor.

No lo nombró curiosamente ningún apóstol ni ningún obispo, fue el mismo Jesús estando clavado en la cruz quien le canonizó, algo inédito en la Historia y sucedió así:

Jesús fue crucificado al mismo tiempo que dos ladrones. Según el evangelio de San Mateo, ambos se burlaron al principio de Jesús, sin embargo, el evangelio de San Lucas menciona que uno le reprende al otro su acitud y lo cuenta así:

Lc 23, 33 y 39-43
Cuando llegaron al lugar llamado Calvario, lo crucificaron allí y también a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. (...)

Uno de los malhechores colgados lo insultaba:
-¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti y a nosotros.

El otro le reprendía:
-¿Ni siquiera respestas a Dios, tú que estas en el mismo suplicio? Lo nuestro es justo, pues recibimos la paga de nuestros delitos; éste en cambio no ha cometido ningún crimen. Y añadió: Jesús, cuando llegues a tu reino acuérdate de mí.

Jesús le contestó:
-Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso.






Otras menciones se dan en textos y evangelios apócrifos. El Protoevangelio de Santiago, dice que José de Arimatea hace la siguiente declaracion:
"Se llamaba Dimas; era de origen galileo y poseía una posada. Atracaba a los ricos, pero a los pobres les favorecía. Aun siendo ladrón, se parecía a Tobías, pues solía dar sepultura a los muertos. Se dedicaba a saquear a la turba de los judíos; robó los libros de la ley en Jerusalén, dejó desnuda a la hija de Caifás, que era a la sazón sacerdotisa del santuario, y substrajo incluso el depósito secreto colocado por Salomón. Tales eran sus fechorías."


San Dimas es reflejo de cómo el Dios de Israel se hizo hombre y sufre a nuestro lado, de cómo no ha venido a llamar a justos sino a pecadores y nos muestra la misericordia y que nunca es tarde para arrepentirse y cambiar.




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