miércoles, 1 de febrero de 2012

LITERATURA. Piratas

El barco y la corriente

A todo niño que empieza a leer, lo que le atrae son las aventuras y entre todos los tipos de aventuras que la literatura ofrece tiene un magnetismo especial ese mundo misterioso, alternativo, salvaje y libertino que era el mundo pirata.

Mucho se ha escrito sobre el tema, hojas y hojas de literatura universal, pero sin duda la referencia es "La Isla del Tesoro", de Louis Stevenson, cuyo relato ha tenido y tiene gran influencia sobre las historias de aventuras en general y las de piratas en particular, influencia que llega hasta nuestros días. El ejemplo más claro es "Piratas del Caribe", gran saga cinematográfica que tanto ha cautivado al público y que tantos millones ha recaudado en el mundo entero.

Uno de los grandes méritos de Stevenson fue llegar a comprender y plasmar en el papel lo que significaba “ser parte de una tripulación pirata”.

Esto puede resultar confuso, pero la explicación es sencilla: un pirata puede saber lo que está haciendo, pero, llega un momento en que es simplemente parte de la tripulación
Desde un punto de vista psicológico la teoría nos dice que a mayor cantidad de gente reunida, en todos los casos, aumenta la emotividad y disminuye la racionalidad.

A todos nos impactó la escena de la tercera película de Piratas del Caribe en la que Bill “el botas” y la tripulación del Holandés Errante repetían una y otra vez: “parte del barco, parte de la tripulación” mientras se juntaban con el mobiliario, las vigas y las paredes del barco siendo parte de él y habiéndose convertido en una mezcla de pescado, marisco, barco y humano.

A veces, las personas podemos llegar a involucrarnos tanto en alguna actividad absorbente, que uno se deja llevar por la corriente , el barco nos arrastra y de pronto, sin darnos cuenta ya estamos con cara de pulpo y con pinzas de cangrejo por manos, siendo una pieza más en las paredes del barco. Sin identidad ni libertad, nuestros hábitos nos poseen a nosotros, es entonces cuando ya no remamos nosotros, sino que el barco nos lleva, nos hunde, y nos convierte en parte de él mismo, no somos nosotros los que tenemos autonomía sobre nuestras formas y hábitos, es cuando más nos parecemos al pobre de Bill Turner, que no se acuerda ni siquiera de lo que hace. Es parte del barco, parte de la tripulación.


¿Cuantos son absorbidos por la sociedad y sus directrices? ¿Cuantos quieren dejar algo que les daña, que los absorbe y hunde, y sienten que no pueden? ¿Somos libres o eso es solo una aspiración? Nuestra libertad parece que está incompleta… ¿será la meta de un camino, como el amor o la felicidad?, ¿podemos elegir realmente?

Yo, por el momento con el “trozo” de libertad que tengo yo escojo -lo intento, o eso me parece- ser diferente y disfrutar la libertad que Dios me da. Sé de varios que hacen lo mismo.

¿Y tú, eres parte de la tripulación?

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