Tormenta de verano
Echo la vista atrás para recordar lo que fue un muy esperado evento como es la Jornada Mundial de la Juventud, que se celebró en Madrid el pasado verano, y poder sacar algunas conclusiones ya con la perspectiva que da el tiempo transcurrido.
No se puede negar que la idea de que un evento abierto a todos, donde una parte de la juventud cristiana de todas las partes del mundo se reune en Madrid, agrada a cualquiera, pero no puedo estar a favor de eventos de este tipo en su totalidad.
Con ello me refiero directamente a si verdaderamente tiene utilidad pastoral la JMJ, creo que todo el esfuerzo personal y económico que supone un evento de esta magnitud debería enfocarse en lo verdaderamente importante: dar a conocer el mensaje cristiano a todos, no solo a quien pueda permitirse un viaje de grandes dimensiones y semejante coste. El esfuerzo económico y espiritual de los jóvenes habría que crear conciencia de que debe ser en favor de los más desfavorecidos.
Se vendió el evento de una forma que no me parece la correcta del todo, es decir, se le dio publicidad a un evento cuando lo que habría que haber hecho es ahondar en la forma en la que había que vivir el evento, y cual es a idea fundamental. Menos publicidad y más testimonio. Quizá la idea la idea con la que empezaron las JMJ a finales de los 80, mostrar la alegría del mensaje cristiano,alejando a la juventud de ideas utópicas, queda por contextualizarlo al momento actual.
Por momentos pareció que todos nos preocupamos más por cuántos asistieron al evento que por cuántos momentos de oración o reflexión se tuvieron.
Por otra parte, fue bonito ver Madrid repleto en pleno agosto, con banderas de todos los países ondeando allá donde ibas, pero un apartado negativo durante la celebración de la Jornadas se vivió en Sol, donde una panda de indignados, increparon y hostigaron a peregrinos el día 17. Estos actos duelen a toda la ciudadanía, fueron actitudes que no representan el movimiento pacífico o integrador del 15M.
Pero entre todas estas cosas, la JMJ sí que da frutos tuvo muy buenos momentos, lo primero y más evidente en un evento internacional, es que te da la oportunidad como fue en mi experiencia particular, de conocer a gente de muchos y diveros países: Guatemala, Brasil, Italia, Euskadi, Texas, México, Tailandia, Hong-Kong...etc., y ver como siendo diferentes y de sitios tan lejanos nos une la misma fe en Dios.
Yo de todas las experiencias, me quedo con momentos vividos en el polideportivo Sage 2000 donde dormí alguna noche siendo voluntario junto a un numeroso grupo de peregrinos guatemaltecos y con algunos tuve la oportunidad de charlar y compartir, como con Randy, Elisa y sobre todo Emanuel, que me regaló unas pulseras que todavía conservo. Otro momento muy bueno fue haciendo de pipas decargando todo lo relativo a altavoces y demás del camión para montar el escenario donde tuvo lugar, despues del desfile de banderas y presentación del logo oblato para esta JMJ , el conciertazo del grupo Sin Etiquetas, donde pude participar en el atrezzo.Otro momentazo fue el concierto y la adoración a cargo del movimiento de los carismáticos.
Pero para emotivo, el final de la JMJ, la misa del Papa en el aeródromo de Cuatros Vientos, con un calor asfixiante por la tarde, con mucho frío por la noche, y sobre todo durante la misa con una lluvia torrencial y un viento que dificultaron la continuidad de la misa, pero aún así siguió adelante la celebración y buenas fueran las palabras del Papa cuando en la homilía dijo aquello de:
"Hemos vivido una gran aventura juntos".
Con todo ello, lo que tiene que haber calado, además de esa lluvia, en la juventud cristiana yo creo que es el no tener miedo, como decía JPII, y ser testigos de la fe con nuestras palabras y sobre todo nuestra vida, no solo en los grandes eventos cuando con todo lleno de polos verdes de voluntario y mochilas jmj parece que somos mayoría, sino en el dia a día, hacernos eco de esta gran aventura que hemos vivido juntos, si no, no habrá servido para nada.
Es entonces cuando puede que haya quien diga aquello de:
"Mirad como se aman".
Echo la vista atrás para recordar lo que fue un muy esperado evento como es la Jornada Mundial de la Juventud, que se celebró en Madrid el pasado verano, y poder sacar algunas conclusiones ya con la perspectiva que da el tiempo transcurrido.
No se puede negar que la idea de que un evento abierto a todos, donde una parte de la juventud cristiana de todas las partes del mundo se reune en Madrid, agrada a cualquiera, pero no puedo estar a favor de eventos de este tipo en su totalidad.
Con ello me refiero directamente a si verdaderamente tiene utilidad pastoral la JMJ, creo que todo el esfuerzo personal y económico que supone un evento de esta magnitud debería enfocarse en lo verdaderamente importante: dar a conocer el mensaje cristiano a todos, no solo a quien pueda permitirse un viaje de grandes dimensiones y semejante coste. El esfuerzo económico y espiritual de los jóvenes habría que crear conciencia de que debe ser en favor de los más desfavorecidos.
Se vendió el evento de una forma que no me parece la correcta del todo, es decir, se le dio publicidad a un evento cuando lo que habría que haber hecho es ahondar en la forma en la que había que vivir el evento, y cual es a idea fundamental. Menos publicidad y más testimonio. Quizá la idea la idea con la que empezaron las JMJ a finales de los 80, mostrar la alegría del mensaje cristiano,alejando a la juventud de ideas utópicas, queda por contextualizarlo al momento actual.
Por momentos pareció que todos nos preocupamos más por cuántos asistieron al evento que por cuántos momentos de oración o reflexión se tuvieron.
Por otra parte, fue bonito ver Madrid repleto en pleno agosto, con banderas de todos los países ondeando allá donde ibas, pero un apartado negativo durante la celebración de la Jornadas se vivió en Sol, donde una panda de indignados, increparon y hostigaron a peregrinos el día 17. Estos actos duelen a toda la ciudadanía, fueron actitudes que no representan el movimiento pacífico o integrador del 15M.
Pero entre todas estas cosas, la JMJ sí que da frutos tuvo muy buenos momentos, lo primero y más evidente en un evento internacional, es que te da la oportunidad como fue en mi experiencia particular, de conocer a gente de muchos y diveros países: Guatemala, Brasil, Italia, Euskadi, Texas, México, Tailandia, Hong-Kong...etc., y ver como siendo diferentes y de sitios tan lejanos nos une la misma fe en Dios.
Yo de todas las experiencias, me quedo con momentos vividos en el polideportivo Sage 2000 donde dormí alguna noche siendo voluntario junto a un numeroso grupo de peregrinos guatemaltecos y con algunos tuve la oportunidad de charlar y compartir, como con Randy, Elisa y sobre todo Emanuel, que me regaló unas pulseras que todavía conservo. Otro momento muy bueno fue haciendo de pipas decargando todo lo relativo a altavoces y demás del camión para montar el escenario donde tuvo lugar, despues del desfile de banderas y presentación del logo oblato para esta JMJ , el conciertazo del grupo Sin Etiquetas, donde pude participar en el atrezzo.Otro momentazo fue el concierto y la adoración a cargo del movimiento de los carismáticos.
"Hemos vivido una gran aventura juntos".
Con todo ello, lo que tiene que haber calado, además de esa lluvia, en la juventud cristiana yo creo que es el no tener miedo, como decía JPII, y ser testigos de la fe con nuestras palabras y sobre todo nuestra vida, no solo en los grandes eventos cuando con todo lleno de polos verdes de voluntario y mochilas jmj parece que somos mayoría, sino en el dia a día, hacernos eco de esta gran aventura que hemos vivido juntos, si no, no habrá servido para nada.
Es entonces cuando puede que haya quien diga aquello de:
"Mirad como se aman".
No hay comentarios:
Publicar un comentario